martes, 19 de enero de 2021

Adviento

                                          Por Brenda Topi

En el calendario de actividades del templo, se le asignaba a doña Senobia la celebración en honor al día de las madres. Con un mes de anticipación y con la ayuda de algunas jóvenes, se hicieron los preparativos para el almuerzo dominical que se llevó a cabo después de la reunión sacramental.

Uno de los ancianos inició la ceremonia con una plegaria y, al concluir, el obispo dio el sermón. El tema central de la prédica trataba sobre el rol de la mujer dentro de la iglesia: el de dar a luz y el de servir a su marido, por ser este el sacerdote del hogar.

La joven esposa del obispo lo observaba discurrir fervientemente sobre el tema. Mientras tanto, ella amamantaba a su pequeño de seis meses, con cierta dificultad debido a su avanzado estado de gravidez. Por un lapso de media hora, la mirada de la joven permaneció inertesobre los arreglos florales que adornaban el altar. Pero el pensamiento de ella evocaba la escena del último de sus tres partos anteriores. Ella recordaba las dificultades que había atravesado al ser asistida en un centro hospitalario públicoEl dinero recibido de la iglesia, era suficiente para pagar una clínica privada, pero su marido decidió guardarlo por si surgía alguna emergencia familiar en el futuro.

Mientras la feligresía entonaba los himnos posteriores al sermónSenobia se encontraba en la cocina de la iglesia, terminando de organizar el festín. Al finalizar el servicio religioso, los asistentes se sentaron a la mesa y degustaron el arroz con pollo y vegetales preparado por las devotas manos de Senobia. Algunas mujeres, en voz baja, criticaron el insípido arroz y el desagradable olor que despedía el pollo.Otras féminas se enfrascaron en la plática del momento: el próximo matrimonio entre Llansis y Maurisio. La madre de Llansis proclamaba jactanciosa la virginidad de su hija. Llansis estaba por cumplir dieciocho años y cursaba el segundo año de diversificado. Maurisio tenía treinta y dos años y trabajaba como conserje en una institución financiera.Senobia escuchaba las pláticas con ilusión, imaginando a su primogénito en la posición de Maurisio: entregado plenamente al designio divino, y convirtiéndola en una orgullosa abuela. Senobia oraba fervientemente porque su familia asistiese a la iglesia nuevamente, pues Ifigenio se mantenía ocupado en su trabajo, por lo que sólo sus hijos la acompañaban.

Al finalizar el convivio en la iglesia, Senobia y sus tres hijos tomaron el autobús que los llevaría hacia su casa. En el camino, abordaron la unidad de transporte dos muchachosmuy atractivos y bien vestidos. En el momento en el que el conductor decidió proseguir su ruta habitual, uno de los jóvenes sacó de su cintura un arma de fuego, calibre nueve milímetros, mientras que su acompañante portaba una treinta y ocho subcompacta. Ambos jóvenes despojaron a los pasajeros de sus pertenencias. Durante el asalto, un hombre entró en pánico y decidió saltar del vehículo a través de una ventana. Cuando el hombre saltó, los vándalos lo acribillaronsu cuerpo quedó tirado en la aceraMientras la sangre del hombre se esparcía lentamente, formando un charco en la acera donde quedó, los vándalos abandonaron el autobús, despidiéndose del conductor con un gesto amistoso, que el motorista correspondió.

Por fin, Senobia y sus hijos lograron llegar a su casa.Ella estaba nerviosa, por lo que no lograba coordinar bien sus movimientos, así que Devil buscó las llaves, abrió la puerta y entraron los cuatro. Senobia corría de un lado a otro en un estado de histeria. Entonces, Maicol le dio una píldora para calmar sus nervios. La afligida mujer bebió el medicamento, luego se recostó en el sillón de la sala donde la invadió un profundo sueño.

Senobia tenía treinta y cinco años y era la mujer de Ifigenio Pastrana, con quien tuvo tres hijos, y dos abortosespontáneosEl hijo mayor se llamaba Devil y tenía ya diez y nueve años. Devil había abandonado los estudios secundarios dejando inconcluso su tercer curso de plan básico. El segundo hijo, era Maicol, de diez y seis años. Este, estudiaba en un colegio público ubicado en el barrio en el que vivían. El hijo menor estudiaba en la escuela primaria.

Ifigenio, de cincuenta y dos años, trabajaba por las noches como vigilante en la casa de un diputado de renombre en la ciudad Capital. La casa del diputado permanecía vacía durante todo el año, pues sólo la usaban en diciembre y en enero. Hacía días ya que Ifigenio y Senobiano tenían relaciones sexuales pues, en la iglesia, a ella se lo habían prohibido debido a que la pareja convivía en unión libre e Ifigenio rehusaba casarse.

Una calurosa noche, durante su turno de vigilancia, Ifigenio escuchó unos pasos aproximarse al portón de la residencia que él cuidaba. Al observar bien, Ifigenio logró distinguirentre la oscuridad, una silueta glamorosa que se pavoneaba sobre unos tacones altos. Ifigenio quedó extasiado al ver de cerca tanta belleza: una onduladacabellera que caía graciosamente sobre los firmes y prominentes senos, expuestos casi en su totalidad; unas piernas largas y sensualesque él ansiaba acariciar. Ifigenio negoció con su acompañante, y después de convenir el precio, ambos entraron a la habitación que él tenía asignada en la casa. En el éxtasis de aquel intenso encuentro sexual, Ifigenio pasó su mano por la entrepierna de su acompañante. Con gran sobresalto, Ifigenio acarició el enorme falo de su amante. Después de unos minutos de abstracción por tal experiencia, Ifigenio comenzó a excitarse de nuevo por las caricias de su acompañante, quien en ningún momento se detuvo de besarlo y tocarlo, y con quien tuvo sexo hasta el amanecer. Al despedirse de su amante, Ifigenio tuvo que pagarle con una parte del salario que había ganado durante esa quincena, acontecimiento que se repitió en las siguientes fechas de pago.

Mientras Ifigenio empobrecía la escasa economía familiar, Senobia se levantaba a las cuatro de la mañana a moler el maíz para hacer nacatamales y venderlos. Al finalizar la semana, ella pagaba su diezmo y su ofrenda monetaria al templo. Por suerte, su hijo menor le ayudaba a vender el producto en la escuela. Sin embargo, Senobia creía en las excusas que Ifigenio le daba para no darle dinero, y justificaba a su marido. Entre esas excusas, la más común era la del reciente extravío de municiones en la casa del diputado, por lo que el patrón se habría visto obligado a deducir el costo de las mismas por dos meses del salario del guardia, de otra manera lo enviaría a la penitenciaría. Debido a estos supuestos incidentes, Senobia aprovechaba cualquier oportunidad para elogiar a su marido en las pláticas congregacionales. De igual forma, ella encomiaba a Devil, por ser un muchacho muy emprendedor, y a Maicol por ser tan recto e intachable.  

Pero Devil seguía un camino radicalmente alejado del que su madre creía. Los domingos asistía a la iglesia y prestaba servicio en la ceremonia religiosa. Pero, de lunes a viernes, y con la excusa de salir a buscar empleo, el jovenfrecuentaba una asociación ilícita de su barrio, de la que ya era miembro activo. Devil devengaba un salario y, a cambio, debía cobrar el impuesto diariamente a los transportistas en el centro de la ciudad. Con el dinero que ganaba, Devil ayudaba económicamente a su novia de trece años, quien llevaba ya cuatro meses usando fajas para ocultar su estado de embarazo, caso contrario su madre la expulsaría de lacasa.

Maicol asistía regularmente a la iglesia y participaba de las actividades religiosas junto con otros jóvenes. Él se esmeraba cada día por mantener sus calificacionesacadémicas sobresalientes. Pero a cada paso que daba al lado de su grupo de amigos, lo invadía la sensación de ir más adelante que ellos en conocimientosaunque no en experiencias. A la salida del colegio, Maicol divisó a sus compañeros de lejos, y al acercarse observó que entre ellos se suministraban algún tipo de sustancia vía intravenosa.Cuando terminó de llegar, él les preguntó a ellos qué pasaba, sus amigos lo introdujeron verbalmente en el universo psicotrópico en el cual Maicol, después de varias negativas, por fin accedió a entrar. Después de unas semanas, el jovenhabía agotado sus recursos económicos procedentes, en parte de una beca estudiantil así como de la cartera de su madre, razón que lo llevó a sustituir las inyecciones por la inhalación de pegamento amarillo.

El hijo menor ayudaba a su madre con la venta. Senobiamandaba al niño a la escuela con una caja de nacatamales para vendérselos a las maestras y a los estudiantes. Él soñaba con ser astronauta y llegar, algún día, a la luna para construirle una casa a su mamá sobre las estrellas. Los días del pequeño eran difíciles, se levantaba a las cuatro de la mañana para cargar, en sus endebles hombros, la leña para el fogón y luego la cubeta de maíz al molino. Cuando regresaba a casa, ponía la masa en una olla sobre la hornilla, sin parar de moverla hasta que el maíz se cuajaba, para después soasar las hojas de plátano y armar los nacatamales.Con el dinero recolectado se compraban alimentos para la familia.

Ifigenio continuaba su relación extramarital. Pero un día un amigo le contó que había visto al transexual en el centro de salud, así que el amigo de Ifigenio se acercó para averiguar qué tipo de tratamiento proporcionaban allí. Al preguntarle a una empleada qué enfermedades se trataban allí, se enteró de que el amante de Ifigenio estaba recibiendo un tratamiento antirretroviral. Ifigenio no podía creerlo, así que se practicó los exámenes clínicos. El resultado fue devastador, y más al recordar que una noche, después de haber llegado totalmente ebrio a su casa, el ímpetu sexual lo había empujado a agredir física y sexualmente a Senobiacon quien ahora compartía su nueva enfermedad.Lamentablemente, transcurrieron varios meses para que, tanto Ifigenio como Senobia, se enteraran de su padecimiento. Esto resultó en un notable detrimento de salud, pérdida de peso y vulnerabilidad ante cualquier enfermedad. Sus hijos los alimentaban de vez en cuando, pero a veces lo olvidaban por sus diversas tareas. Entonces, Senobia solicitó una entrevista con el obispo, quien llegó al hogar de la afligida mujer:

–––obispo, pase adelante –––vociferó ella desde su lecho, y dirigiéndose hacia su hijo menor––– andá traé una silla vos, ¡apurate!

–––Hermana, tenga fe, dios no la va a desamparar.

–––Sí obispo, yo testifico que el poder del evangelio restaurado de José Smith es mi fortaleza.

–––Sé que está atravesando problemas económicos. Vamos a hacer una recolecta entre la congregación, y luego yo le voy a enviar el dinero que den los hermanos.

–––Gracias obispo, que dios lo bendiga.

 

Sin embargo, después de unos meses, el dinero de la recolecta nunca llegó a las manos de Senobia.

Un día, el hijo menor de Senobia aseaba la habitación de su madre, quien yacía en cama, presa de la debilidad físicaEntonces Maicol, invadido por los efectos alucinógenos, llevó a su hermano hasta una habitación y abusó sexualmente de él, desgarrando su pequeño cuerpo, el cual cayó inerte en el piso de tierra. Al oír los gritos de su hijo menor, Senobia se levantó de la cama con grandes esfuerzos y, al asomarse a la habitación de Maicol, este la agredió físicamente hasta acabar con su frágil vida. Cuando los efectos de la droga se evaporaron de la mente de Maicol, él se percató del crimen que había cometidoy salió de lacasa. Afuerase encontró rodeado de vecinos quienes, alarmados por los gritos, llamaron a la policía. Los medios de comunicación no tardaron en hacerse presentes. Joben acecina a su madre y biola a su ermano por el hefecto de las drogas Llenaba la primera plana de los diarios la mañana siguiente del crimen.

Por su parte, Devil gastó el dinero de los transportistas y su jefe le exigió el pagar la deuda. Como el muchacho no tenía con qué pagar, el jefe la pidió a varios integrantes de la pandilla que golpearan a Devil y que trajeran a la novia de éste. Veinte pandilleros abusaron sexualmente de la novia de Devil, frente a él, hasta que ella sufrió un aborto. Después de que ella perdió a su hijo, ellos la desmembraron, dispersando sus restos bajo el puente Estocolmo de Comayagüela. Después, los malvivientes asesinaron a Devil, dejando su cuerpo colgado del puente con una soga alrededor del cuelloy de los brazos.

–––Ya le digo, esa es la historia de mi familia –––dijo Ifigenio postrado en su lecho.

–––Bueno, gracias don Ifigenio –––dijo el periodista, preparándose para salir –––con esto cubrimos la cuota de noticias de mañana.